Una enfermera adopta a un bebé abandonado que nadie quería. Dieciocho años después, llora al descubrir por qué
El comienzo de unos lazos inesperados
Tenía 20 años, era una enfermera soltera que trabajaba turnos largos cuando la encontré: un bebé abandonado en la puerta del hospital, sin nombre, sin familia y sin pasado.
Intenté que la adoptaran, pero nadie la quería. Así que, a pesar de mis temores, la acogí y la crié como si fuera mía.
Dieciocho años después, se sometió a una prueba de ADN para descubrir sus orígenes, pero los resultados destrozaron mi fe en la humanidad.
Alguien en quien confiaba siempre supo la verdad sobre ella y nos la ocultó. Ahora me cuestiono todo, porque...
Emily, mi orgullo y alegría
Emily era un pequeño manojo de energía que hacía que cada día fuera emocionante. Recuerdo verla dar sus primeros pasos y correr hacia su futuro con una amplia sonrisa.
Le enseñé a montar en bicicleta y juntas descubrimos la magia de la lectura. Nunca había un momento aburrido con ella cerca.
Me asombraba lo rápido que lo absorbía todo y lo bondadoso que crecía su corazón. Emily se convirtió no solo en mi hija, sino en la mayor alegría de mi vida.
Lleno de amor y risas
Nuestra casa siempre estaba llena de calidez y alegría, especialmente en las noches de juego. El sonido de los dados y las cartas resonaba en el salón.
Emily solía ganar y sus ojos brillaban de alegría mientras bromeaba: "¡Más suerte la próxima vez, mamá!
Nos reíamos y discutíamos nuestras próximas jugadas, disfrutando de cada momento. Aquellas noches reforzaron nuestros lazos, ya que las risas y un poco de sana competición se convirtieron en nuestra tradición familiar.
No era sólo una casa, era nuestro refugio.
Una becaria con grandes sueños
Desde muy pronto, Emily mostró sed de conocimiento. Prosperaba en la escuela, siempre curiosa y deseosa de aprender más.
Recuerdo que sus proyectos para la feria de ciencias se apoderaban de la cocina y su entusiasmo cuando descubría algo nuevo.
Sus profesores me contaban a menudo lo aplicada que era, cómo hacía preguntas y se quedaba hasta tarde para entender más.
A pesar de sus misteriosos comienzos, Emily se convirtió en una estudiante brillante, con un futuro aún más brillante por delante.
No podía estar más orgullosa.
En busca de sus raíces
Cuando se acercaba el 18 cumpleaños de Emily, parecía inquieta. Una noche, se sentó conmigo con el rostro serio.
Mamá, te quiero, pero necesito saber quién soy", me dijo en voz baja. Su determinación era palpable.
Sabía que ese día llegaría, pero me pilló desprevenida. Asentí, comprendiendo su necesidad de descubrir su historia biológica.
Había llegado el momento de enfrentarse a su pasado. Juntas descubriríamos las piezas que faltaban en el rompecabezas de su vida.